18 de diciembre de 2014
No es la primera vez que aparece en el weblog de GUK el recurrente tema de la crisis de la prensa en papel. Los que todavía encontramos en el viejo periódico un gratificante compañero de trabajo (y de placer) seguimos atentamente la crónica anunciada de su muerte, que está tardando en llegar bastante más de lo que algunos auguraban. Y en medio del manido debate entre periódicos de papel o en la red (de pago o no), a veces surge una voz preclara que nos da alguna clave novedosa.
Por ejemplo, la tremenda paradoja de que los recientemente popularizados lectores electrónicos (del estilo de Kindle) puedan ser a la postre el soporte de las empresas periodísticas y por tanto la tabla de salvación del periodismo en papel. Esta tercera vía, la hipótesis de este mirlo blanco, se basa en que si los lectores electrónicos triunfan entre el público que lee libros, no tardarán en postularse como una plataforma de lo más atractiva para que los periódicos migren su contenido y cobren por él. O incluso subvencionen los aparatitos a cambio de suscripciones de larga duración para que los lectores del papel podamos leer el periódico en nuestra pantallita portátil.
La posibilidad es analizada con rigor por Tom Standage, periodista de asuntos económicos de The Economist, en su artículo Can e-readers save newspapers?, que acaba de publicar el semanario británico en su excelente especial The World in 2010. Por supuesto, la transición al lector electrónico, si se da, tardará en llegar, y en todo caso lo hará primero al otro lado del Atlántico, donde la agonía del papel es mucho más rápida. Pero no hace falta irse tan lejos para ver cómo algunas cabeceras, como El País, han comenzado ya a ofrecer su edición en Kindle.
Se cumpla o no, la premonición supone un soplo de optimismo para la prensa de calidad, que estamos seguros de que, en un formato u otro, sobrevivirá. Por el bien de todos.