6 de marzo de 2023
8 trucos para que tus clientes lean tus emails (y los respondan)
Llevan más de una década enterrándolo, pero lo cierto es que el email está más vivo que nunca. Y sigue siendo el canal de comunicación por antonomasia en la empresa, tanto a nivel interno como en la relación con clientes y proveedores. Porque sí, Slack, Yammer y Google Hangouts están todavía muy lejos del primer escalón del podio. Pero, en la era de la multitarea y las bandejas de entrada saturadas, cada vez es más difícil que nuestros mails destaquen y reciban la atención que merecen.
Y es que el email marketing no sólo es una técnica. Es todo un arte. Así que dominar sus secretos puede conseguir que tu esfuerzo sea mucho más eficiente y obtener así resultados mucho mejores con la misma inversión de tiempo. ¿Cómo? En este post te contamos 8 trucos para que tus clientes lean tus emails (y los respondan).
‘Clava’ el asunto
Así como un libro, una película o una noticia no enganchan al público si no ofrecen un comienzo vibrante, tampoco lo harán tus emails. Por eso merece la pena que dediques todo el esfuerzo y tiempo que sea necesario a crear el titular más efectivo posible. ¿Cómo? Intenta ser lo más descriptivo posible, no generar equívocos, incluir palabras clave, ser claro pero sucinto y, sobre todo, ser creativo. ¿A quién le apetece abrir un correo bajo el sugerente título de “Newsletter número 267”?
Utiliza lenguaje sencillo
Los tiempos de las epístolas se fueron con las palomas mensajeras. Y la prosa cervantina mejor dejarla para los libros de caballerías. En la era de Internet, nos guste o no, triunfa el lenguaje sencillo y directo. Así que evita la jerga sectorial, los circunloquios y las frases interminables y ve directo al grano. Cuanto más fácil sea de entender tu email, más posibilidades de que obtenga una rápida respuesta.
Evita correos inútiles o reiterativos
¿Estás seguro de que tu email es estrictamente necesario y aporta información nueva? Si no es así, mejor ahórrate el envío. Porque no hay nada peor que un correo inútil o reiterativo. No sólo no aportará nada, sino que tu dirección de email quedará grabada a fuego en la mente del receptor como la de un peligroso spammer. Y a partir de ahí estás muerto. Tus mails estarán condenados al buzón de correo basura para toda la eternidad.
Huye de los correos masivos
Personalización es la palabra de moda. Y envío masivo es una expresión del pasado condenada al fracaso. Esto no quiere decir que no puedas hacer listas y enviar correos segmentados con numerosos receptores. Pero ya no vale el café para todos. Para conseguir una buena tasa de apertura y de respuesta, es fundamental que el receptor sienta que el mensaje ha sido pensado para él. Afortunadamente, hoy en día las herramientas de email marketing te permiten personalizar montones de campos para que cada receptor se sienta único e irrepetible.
No ignores la conversación
Muchos de los correos que envías cada día están destinados a receptores habituales. A gente con la que ya has mantenido conversaciones previas y, por lo tanto, con la que has establecido vínculos de confianza basados en la información que has compartido. Así que evita aburrir con datos que ya son conocidos. Algo así como saludar a tu pareja diciendo: “Hola, me llamo Fernando”. Tu terminarás por aburrir y ellos acabarán por ignorarte.
No uses el mail como chat (y menos con copia)
Este es uno de los pecados más extendidos en el uso del email como herramienta de comunicación interna en las empresas. Termina por convertirse en una especie de chat corporativo en el que se suceden los hilos intrascendentes sobre temas triviales. Respuestas del estilo “genial”, “me parece perfecto”, “¿qué tal te va?” o “por cierto…” aportan poco y fomentan el uso ineficiente del correo. Por no hablar cuando en este tipo de mensajes se incluye copia a todo el departamento.
Haz el texto atractivo
A nadie le apetece hoy en día recibir en su buzón un correo con un bloque interminable de texto. Y un mail atractivo no tiene por qué incluir sugerentes imágenes ni una trabajada maquetación. Muchas veces, basta con incorporar una estructura sencilla: saludo, la razón del email, algunos detalles, la llamada a la acción y la despedida. Y si es posible “rompe” el texto en bloques o puntos diferenciados.
Incluye una llamada a la acción
¿Qué se supone que debo hacer cuando haya leído tu mail? Si no tengo clara la respuesta a esta pregunta, algo has hecho mal. Así que esfuérzate por que tu propuesta sea clara y el destinatario de tu correo no tenga ninguna duda sobre qué esperas de él: incluye una llamada a la acción. Cuanto más directo tu planteamiento, más posibilidades de obtener una respuesta.
Esto son sólo algunas de las cuestiones que pueden ayudarte a que tus correos sean más efectivos, pero lógicamente existen infinitas posibilidades. Por algo hemos dicho que el email marketing es todo un arte. Y como en todo arte que se precie, tiene mucho de ensayo-error, con la ventaja de que las métricas no engañan y nos permiten ir mejorando nuestra técnica basándonos en los datos hasta convertirnos en maestros del email.