“… increíble! Ipso facto!!! Eres muy, muy 2.0”. Una simpática amiga respondía de esta forma tan efusiva a un mensaje enviado por mi parte a través de Facebook a modo de respuesta a otro mensaje. No paramos de decir que ‘esto’ va muy rápido, entendido por ‘esto’ el mundo en el que estamos inmersos. Hace un tiempo nos invitábamos a tomar un café por teléfono y respondíamos ‘ipso facto’ durante la misma conversación telefónica, cerrando la cita o posponiéndola para otra ocasión. Ahora nos convocamos, quedamos y nos ‘exhibimos’ en la red, a través de sus diferentes canales.
Hasta hace bien poco nos centrábamos en nuestro trabajo, intentábamos hacer bien una cosa –¡no era cuestión de discutir sobre los tópicos de nuestra supuesta torpeza a la hora de hacer más de una cosa al mismo tiempo!-, y hoy trabajamos sobre dos pantallas, pensamos, escribimos, resolvemos, enviamos mensajes, chateamos, controlamos nuestro ‘timeline’, colgamos nuestras fotos, respondemos al teléfono, tomamos decisiones, monitorizamos… Todo ‘ipso facto’ como diría mi amiga. ¡Nos hemos convertido en individuos 2.0! Es el nuevo ‘piropo’ del S. XXI.
Más de un ex colega de trabajo nos ha llegado a calificar como ‘trogloditas’ porque nos veía rodeados de papel, de periódicos, y otros –muy listos ellos- consideraban que no reuníamos ‘perfil tecnológico’, lo que ya era sinónimo de obtusos, torpes y un tanto ‘chapados a la antigua’. Hace bien poco de todo esto.
Y hoy algunos ya nos consideran como individuos 2.0 con lo que, sin pretenderlo, damos la razón a quienes bienintencionada o malintencionadamente emitían tales juicios sobre nosotros. Hoy por hoy nos resulta casi imposible cualquier concepción de nuestra vida y de nuestro trabajo que escape a estas coordenadas, como nos resulta realmente complicado tratar de atraer y persuadir a quienes todavía no se han sentido ‘llamados’ por esta nueva ola imparable. Es tan interesante e intenso el nuevo contexto 2.0 como complicado de explicar a quien hasta ahora no se ha dado por aludido.
Damos fe de que nosotros estábamos en esta tesitura hace un año. Algo ha cambiado en este tiempo. Intuimos que algo se estaba moviendo y que debíamos indagar, encender las alertas para tratar de captar lo que estaba aconteciendo. Tuvimos que superar altas dosis de pereza para adentrarnos en este mundo, desde una lectura reduccionista y simple de que este lío impulsado por unos supuestos ‘frikies’ no podía despistarnos de nuestro camino. Un poco de humildad viene bien a todo el mundo. Nos dimos cuenta de que no somos los más inteligentes del mundo y que se había generado una gran ola que iba a seguir su curso con o sin nuestra participación. «En mayores fregados nos hemos metido», vinimos a decir. No sabemos a dónde va esta ola, pero sabemos que va y que no va a parar. Nosotros ya no nos bajamos de ésta.