“It´s better than sex”. Jorge Wagensberg reivindicó ayer el gozo intelectual y la conversación como claves para transmitir el conocimiento científico a cualquier tipo de audiencia. Y como fórmula para alcanzar innumerables “orgasmos intelectuales”. Es su particular receta para superar esa tan comentada barrera existente entre la ciencia y el gran público.
Y así lo expuso, con humor y una brillante exposición, en la II Jornada de Comunicación Científica, organizada ayer por la Fundación Biofísica Bizkaia con la humilde colaboración de GUK. Avezado divulgador, Wagensberg explicó como “divulgar sin vulgarizar”, y puso en valor el error como motor del progreso científico, la verdad escrita con minúscula, y abogó por transformar la selección natural en “selección cultural”.
Su brillante exposición dio lugar a un inetersante debate que puso fin a la jornada. Antes, el profesor Félix M. Goñi había abierto boca inaugurando la jornada para dar paso a Eduardo Angulo, quien advirtió de que hoy en día “no se puede ser un analfabeto en ciencia y tecnología”, so pena de que seamos fácilmente engañados.
La posterior presentación de las plataformas de información científica Basque Research, Sinc y Alpha Galileo dio lugar a un animado coloquio acerca de la relación entre científicos, medios y agencias de comunicación, en el que luego abundaron Ainhoa Goñi, directora de comunicación del CSIC, y Milagros Pérez Oliva, defensora del lector de El País. Esta última planteó algunos interesantes dilemas que afectan a la comunicación científica actual, como quién decide la agenda informativa o los “graves problemas” que afrontan los medios para establecer “controles de calidad” a la hora de publicar noticias.
Previamente, Juan Ignacio Pérez Iglesias avanzó algunas de las ideas que van a inspirar la recién creada Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU. Y se mostró convencido de que los mejores investigadores del País Vasco son también “los que mejor comunican y los más interesados en comunicar”.
Fue una jornada intensa, de debate, en la que se trataron algunos de los problemas que afronta la comunicación científica y se pusieron otros tantos o más sobre la mesa. Una buena excusa para, como diría Wagensberg, provocar un nuevo “orgasmo intelectual” en la jornada del año que viene.