18 de diciembre de 2014

Las ‘bondades’ de la prensa

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Suele ser habitual la crítica generalizada a los medios de comunicación impresos sobre su supuesta falta de rigor en muchos momentos y sobre la publicación de informaciones, a veces basadas en fuentes únicas, parciales e interesadas, que en muchos casos no se ajustan a la realidad.

Habitual es también la defensa numantina de los medios sobre lo publicado en sus páginas, su incapacidad de reconocer la comisión de errores periodísticos, la publicación de informaciones sesgadas, dirigidas. La supuesta credibilidad del medio se convierte en su principal activo, y ponerla en cuestión –aunque suponga un ejercicio de honestidad profesional- implica poner en riesgo los cimientos de su negocio. No hay forma de que un medio reconozca un error en sus páginas, salvo por orden judicial (En el video recordamos la actitud vergonzosa de un periodista y de un medio público; eran otros tiempos pero así eran esos tiempos). La única herramienta que ofrece el medio es su sección de ‘cartas al director’ para que la persona o entidad ‘afectada’ por una información pueda ofrecer su versión de lo publicado. Eso sí, poco tienen que ver la dimensión de la noticia con la réplica en formato carta. El ‘daño’ ya está hecho y sigue su curso.

Sin embargo, sí hay ejemplos que nos demuestran que todavía hay signos de honestidad en la profesión. Recientemente hemos visto en la prensa publicada en el País Vasco ejemplos de ‘rectificación’ indirecta de informaciones publicadas. En algún caso, se debían a errores de interpretación de la información perfectamente comprensibles: es decir un periodista publica una entrevista en la que la conclusión que lleva al titular es el resultado de una interpretación errónea de la conversación mantenida con el entrevistado. Como forma de ‘compensación’, el periodista publica en días posteriores otra información en la que se compensa a la entidad ‘afectada’ con un artículo adicional. Es decir, no subsana el error pero busca compensarlo. Y éste es un dato que agradece quien se ha sentido ‘afectado’.

Otro caso reciente es la publicación en un mismo medio en el plazo de 72 horas de dos noticias –con carácter de apertura de sección- sobre un idéntico asunto y con un planteamiento diametralmente opuesto. Es decir un medio publica un día una información determinada, que genera un impacto importante en su entorno, y posteriormente vuelve a publicar otra información con la misma dimensión y espacio, con un titular que ofree una visión opuesta y reconociendo que en la misma se había producido un error de interpretación. Sin entrar en la ‘intra-historia’ de lo posiblemente acontecido entre las dos noticias publicadas –que como siempre, suele ser lo más interesante-, es de reconocer que el medio ha preferido asumir el error cometido que someterse al juicio general que pondría en tela de juicio su credibilidad. Por lo tanto, evitando acomodarnos en el discurso fácil de la crítica despiadada generalizada a los medios, es justo reconocer que todavía podemos confiar en esta profesión…, y seguir aprendiendo de ella.

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