Sin entrar a elucubrar ni a ahondar en los tópicos seudo-diferenciales de nuestros ‘territorios histéricos’ –rivalidades deportivas, foralidad, política, centralidad económica…-, observamos un cierto desplazamiento del ‘centro de gravedad’ en Euskadi hacia la capital guipuzcoana en lo que se refiere al ámbito de las percepciones sociales sobre las apuestas de futuro que se están haciendo en ámbitos como la ciencia y la tecnología. Hablamos de percepciones sociales que casi siempre obedecen a lo que ven u oyen en su entorno natural.
Es decir, podemos decir sin riesgo a equivocarnos que Bilbao acapara la percepción mayoritaria de la sociedad vizcaína por su radical reconversión hacia una nueva y preciosa ciudad de servicios alrededor de lo que se podría denominar como el gran centro económico a escala vasca. Su ‘pulmón’ científico-tecnológico está ‘desplazado’ a los enclaves de Leioa (Campus de la UPV/EHU) y Derio-Zamudio (Parque Tecnológico de Bizkaia) y, por lo tanto, no es percibido como un elemento asociado a la capital, si bien somos conscientes que el área del gran Bilbao trasciende a los propios límites de su ciudad y, a diferencia de lo que ocurre en Gipuzkoa, irradia su influencia al conjunto de su territorio, Bizkaia.
Pero, a pesar de acoger proyectos e instalaciones con mucho brillo en materia científico-tecnológica (Parque Científico y la Fuente de Espalación de Neutrones, CIC bioGUNE, y centros tecnológicos como Labein, Gaiker-IK4, Azti, etc.) no existe la percepción en el sentir colectivo de este territorio de la apuesta de futuro en el terreno de la ciencia y la tecnología como sí percibimos de forma manifiesta que existe en Gipuzkoa y especialmente en su capital Donostia.
A regañadientes, Donostia ha tenido que reconocer que la centralidad económica y por lo tanto la capitalidad –en términos de proyección pública y reclamo de las miradas del exterior- ha derivado indefectiblemente hacia Bilbao. También es cierto que sigue sometida a veces a una estulticia provinciana que le impide ver con objetividad cuál es su sitio en el equilibrio de fuerzas territorial vasco, y algunos de sus dirigentes, con su actitud más propia del hooliganismo de barrio, ha contribuido a extender una sensación que no hace justicia con su posición en el ‘tablero’ vasco.
Pero, sin embargo, intuimos que se está generando una especie de orgullo compartido por la apuesta estratégica que se está haciendo para posicionar la ciudad –más allá de su postal turística- en un polo de atracción científico-tecnológica, de la mano de iniciativas relevantes como el DIPC, CIC biomaGUNE, CIC nanoGUNE, el Instituto Biodonostia, Onkologikoa, Inbiomed, el Polo Matía, CIDETEC-IK4, y un sinfín de iniciativas que están irrumpiendo con fuerza, dotando a la ciudad y al territorio de un protagonismo inusitado en un ámbito nuevo, que puede contribuir a transformar la imagen de la ciudad.
Una apuesta que, también a diferencia de Bizkaia, está teniendo el impulso decidido de la Diputación Foral de Gipuzkoa y de la Kutxa, a través de su Obra Social. Ambas han encontrado que éste puede ser un ‘reclamo’ interesante para proyectar la ciudad y el territorio hacia unas nuevas coordenadas de futuro y están empujando decididamente en esta dirección y, asimismo, derivando recursos para impulsar proyectos en cooperación y colaboración con otros agentes. En definitiva, están contribuyendo a crear una ola atractiva con un tono científico-tecnológico.
En Bizkaia, los grandes cambios que está viviendo Bilbao eclipsan sobremanera cualquier otra iniciativa y hace que la percepción social se ‘distraiga’ y gire el foco a otros hitos (Alhóndiga, Zorrozaurre, el Frontón y el Palacio de Deportes de Miribilla, la Torre de Iberdrola con su nueva plaza a los pies…).
Y probablemente sea una cuestión del ‘momento’ que vive cada ciudad, de su tiempo particular, que hace que lo que una institución y una entidad social vean como prioritario y estratégico en un territorio, instituciones y entidades equivalentes –‘primos hermanos’- no lo vean así en otro territorio.
No decimos que en un sitio se está haciendo mucho y en otro nada, sino que existe la percepción social en un sitio –Donostia- que están transformando la imagen de la ciudad, a través de una relevante oferta científica-tecnológica apoyada e impulsada por instituciones y entidades sociales locales, y acompañada por los medios de comunicación, y no es así en el otro extremo de la A-8 –Bilbao.
En Donostia se tiene la percepción de que están pasando cosas importantes en esta dirección, de ahí que, a modo de ejemplo, y también a diferencia de Bizkaia, casi cualquier convocatoria a los medios relacionada con el entorno ciencia-investigación-tecnología tiene una respuesta que supera en general las previsiones de los organizadores. No saben bien qué se está cociendo pero intuyen que algo diferente, interesante y con gran proyección de futuro. Y los medios ponen el ojo allí donde creen que se está moviendo algo nuevo.
