¡Qué difícil es en esta vida contentar a todas las partes! ¡Con qué cuidado se ha de andar para evitar crear tensiones innecesarias! ¡Qué susceptibles llegamos a ser! ¡Cuántos fantasmas intuimos a nuestro alrededor! ¡Qué complicado es gestionar ciertas situaciones en entornos complejos!
Estas son preguntas que pueden aplicarse a múltiples circunstancias, a la vida misma, a nuestra actividad profesional, sea ésta cual fuere… También son preguntas que surgen a menudo en nuestra función de asesores de comunicación de diferentes entidades, ya que muchas de éstas no viven aisladas frente al mundo sino, muy al contrario, forman parte de un conglomerado de redes con quienes interactúan, se relacionan, comparten intereses, comparten tensiones y tiranteces, etc. Son lo que a veces llamamos entornos complejos, situaciones en las que se ha de transitar con exquisito cuidado, sabedores de que cualquier mínimo desliz puede derivar en una situación complicada de gestionar.
A menudo utilizamos el símil futbolístico para explicar esta situación, en el sentido de que en estas ocasiones hemos de estar preparados para asumir de salida que vamos perder por 1-0, un resultado que implica derrota pero que te mantiene con el pulso firme, tu dignidad no ha resultado afectada. Es decir, todo lo contrario de lo que le ha sucedido a Osasuna este mismo año, con sendas visitas al Nou Camp y el Santiago Bernabeu que se han saldado con la friolera cifra de 15 goles en contra. Yo creo que mi socio –navarro todo él- entenderá perfectamente a qué me refiero.
Porque claro, mi entidad -llamémosle ‘x’- tiene la característica de ser un centro digamos especial financiado y apadrinado por varias entidades públicas; pero además, ha creado una fundación que es la que permite acceder a fondos públicos de otras entidades también públicas. Pero, además, muchos de los profesionales que trabajan en mi centro han llegado al mismo a través de otra sub-entidad pública que es quien les paga la nómina cada mes… Pero es que, además, esos profesionales antes de venir a mi centro han tenido un recorrido nada desdeñable por diferentes entidades de prestigio internacional…
¿Te das cuenta amigo periodista porque somos tan pesados y te pedimos insistentemente que por favor menciones a las entidades que tan estrictamente te detallamos en la comunicación que te remitimos, o sea en la susodicha nota de prensa? Sí, sí, somos conscientes de la dificultad y de que tienes 7 líneas menos y no tienes otro sitio donde cortar…
Y claro, empezamos a hacer las cuentas a la hora de ver cómo cada una de las entidades directa o indirectamente involucradas puede obtener visibilidad a partir de una determinadas oportunidad comunicativa…, y nos damos cuenta de que es imposible, vamos a perder 1-0 sí o sí. Alguien va a quedar descontento de todo este galimatías. No se va a ver justamente representado en términos de visibilidad en los medios de comunicación cuando éstos publiquen una información sobre el susodicho. El periodista tiene que cortar por algún sitio y lo menos importante, siempre, es lo que el cliente quiere que no se quite: la mención expresa de todos los agentes involucrados…, aunque sean cinco líneas.
¡Derrota sin paliativos! Y lo sabemos antes de jugar el partido. Ante el descontento causado, alguna de dichas entidades omitidas de la información puede considerar que hay intencionalidad manifiesta en alguna de las partes, o puede intuir mala fé, o boicot por parte del medio…, todo menos falta de espacio, motivo por el que el periodista -sin calibrar ni intuir las consecuencias- mete el tijeretazo exáctamente ahí donde más va a doler a alguien. Es igual, la derrota está servida…
Pero es que también sucede que mi entidad (A) ha decidido integrarse en una macro-entidad superior (B) al objeto de aunar masa crítica y poder optar a objetivos mayores desde una perspectiva de suma de fuerzas. Y además de ello, uno de los departamentos de nuestra entidad también ha decidido integrarse en otra asociación (C) con otros departamentos de otras entidades con las que ya habían constituido la macro-entidad superior ya mencionada.
En ambos casos, la decisión busca un objetivo común, y es afrontar los nuevos retos desde una posición de mayor fuerza, ser más competitivos, poder acceder a proyectos de mayor envergadura que si lo hiciéramos por separado. Es indiscutible en ambos casos que el propósito es dotarnos de una mayor proyección. Pero, antes éramos una entidad y ahora somos partícipes activos de tres entidades –la propia más las compartidas-. Nuevamente, volvemos a convertir nuestro objetivo -gestionar adecuadamente la ‘visibilidad’ del cliente- en una derrota por la mínima, ¡1-0!, o aspirar cono mucho a un empate excepcional.
¿No les parece que, en muchas ocasiones, es un buen resultado que el partido acabe en 1-0?